lunes, 19 de marzo de 2012

Clásico Ciclístico Ciudad de Valencia, una prueba demasiado dura


Recuerdo bien que antes de cualquier carrera, como es natural, siento algo de nerviosismo. Pero confieso que nunca me había sentido literalmente asustado ante un circuito  como el de la Av. Fernando Figueredo de Valencia, Venezuela. Se trata de un circuito urbano con cambio de altura de 20 metros compuesto por elevados o viaductos, y tendidos ascensos de 2 km de longitud, intercalados de manera maquiavélica con bajadas donde apenas alcanza el aliento para recuperarse, pavimento irregular, y peligrosos giros al final de las bajadas con superficie resbalosa. No estoy seguro si fueron contratados por la organización, pero, como si fuera poca la dificultad del trazo, la Av. Figueredo cuenta también con grupos de traviesos infantes que se ubican ex profeso en los puntos más difíciles de la carrera para gritarle a los rezagados los típicos “¡dale que vas escapao!” o “¿Sr., a qué hora empieza la carrera? Este circuito catalogaría fácilmente en el estándar norteamericano de “son-of-the-bitch circuit”.

Con una gran asistencia de unos 150 ciclistas de las categorías Máster A y B, y Élite (las categorías infantiles y Máster C habían corrido el día anterior en otro circuito urbano), Valencia abrió por todo lo alto la temporada de ciclismo de ruta con este clásico. De Coro fuimos varios ciclistas, en Máster A Massimo Zenesi, en Máster B Elías Morillo, José Manilla Pontiles (que Máster C en realidad), y mi persona. Todos asistidos y dirigidos por nuestro buen amigo Jovanni Amaya. El italiano la pasó bastante mal en la carrera debido a una mala noche anterior, según nos contó. Elías se bajó en la tercera vuelta de ocho explotado por la severidad del trazo, pero se quedó con la comprensión de que el nivel al que aspiramos es bien alto y hay que seguir insistiendo. Manilla—como un titán de ébano—se mantuvo en el lote y llegó a la meta sin que lo soltaran; mis respetos para este maravilloso atleta que demuestra que su entrenamiento de gran distancia está rindiendo los mejores resultados, y que ahora es que le queda mecha a este gran campeón. Y yo, pues, en la cuarta vuelta me dejó botado el lote, pero no abandoné y fui el último en llegar a la línea de meta. Amaya me dice que por mi decisión de andar en la cola del lote sufrí más de la cuenta (ya les contaré más adelante). Hay que reconocer el compromiso de todos de haber hecho todos los sacrificios para estar allí por el amor a este estupendo deporte. Muy agradecidos con Massimo por el viaje ida y vuelta en su camioneta desde y hasta Coro. Y a nuestras familias, les pedimos paciencia.

A continuación mi reporte novato…

¿Le tomaron la placa al camión? Así me sentí, atropellado por un camión luego de las primeras tres vueltas al circuito de la Francisco Figueredo. Analizando luego en la computadora la data de la carrera (¡que gracias a Dios obtuve porque esta vez no se me cayó el GPS!) pude entender todo lo que pasó. Duré 25 minutos, o 16 km, o tres vueltas y media al circuito, con el lote. El ritmo de carrera fue tan intenso que durante los ascensos de este trayecto estuve en la parte alta de Zona 5b, la llamada “capacidad aeróbica”, con pulsaciones muy por encima de mi umbral de lactato. En esta zona las reservas de carbohidratos se consumen más rápido de lo que las puedo reintegrar con barritas de granola, conservas y Gatorade, y el organismo, para paliar la emergencia, empieza a consumirse mi músculo que tanto cuesta formarlo y alimentarlo. Como estoy en el mesociclo de Base de mi entrenamiento, no estoy preparado aún para soportar tanto tiempo en ese nivel sin fatigarme. Por lo que concluyo que no debo correr carreras con circuitos de esta dificultad durante esta etapa de mi entrenamiento pues me estaría haciendo más mal que bien; no solo mal en el cuerpo, sino también un mal impacto en mi psicología de atleta. Culminé el trayecto completo de la carrera por obtener una data importante para analizarla, pero también por esa vocación insana de mártir que a veces me aflora. 

Mi padre siempre me ha enseñado que cuando sobreviene un golpe duro como este hay que refugiarse en los libros para conseguir respuestas para levantarse y seguir adelante. Por estos días estoy leyendo un libro fabuloso de Thomas Chapple llamado “Base Building for Cyclists, a new foundation for endurance and performance” (Construcción de Base para Ciclistas, una nueva fundación para la resistencia y el desempeño) de donde saqué buena parte de esta interpretación que les he escrito.
Con un revolcón como este es muy tentador dejar este entrenamiento que hago para hacer el que hace todo mundo en Coro (y en Valencia también) que me pone en un tope de condiciones bien rápido. Pero no, estoy construyendo la Base en este momento, y una buena. Como ingeniero civil sé que los edificios más grandes tardan mucho en construir las bases, y a los mejores y sabios constructores poco les importa el desespero de los dueños al ver que “su obra no avanza”.

A seguir entrenando y a seguir midiendo, que ahora es que esta fiesta comienza. Mis respetos para todos. Nos leemos la próxima semana.

Freddy.

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