Recuerdo bien que antes de cualquier carrera,
como es natural, siento algo de nerviosismo. Pero confieso que nunca me había
sentido literalmente asustado ante un circuito como el de la Av. Fernando Figueredo de
Valencia, Venezuela. Se trata de un circuito urbano con cambio de altura de 20
metros compuesto por elevados o viaductos, y tendidos ascensos de 2 km de
longitud, intercalados de manera maquiavélica con bajadas donde apenas alcanza
el aliento para recuperarse, pavimento irregular, y peligrosos giros al final
de las bajadas con superficie resbalosa. No estoy seguro si fueron contratados
por la organización, pero, como si fuera poca la dificultad del trazo, la Av.
Figueredo cuenta también con grupos de traviesos infantes que se ubican ex
profeso en los puntos más difíciles de la carrera para gritarle a los rezagados
los típicos “¡dale que vas escapao!” o “¿Sr., a qué hora empieza la carrera? Este
circuito catalogaría fácilmente en el estándar norteamericano de “son-of-the-bitch
circuit”.
Con una gran asistencia de unos 150 ciclistas
de las categorías Máster A y B, y Élite (las categorías infantiles y Máster C
habían corrido el día anterior en otro circuito urbano), Valencia abrió por
todo lo alto la temporada de ciclismo de ruta con este clásico. De Coro fuimos
varios ciclistas, en Máster A Massimo Zenesi, en Máster B Elías Morillo, José
Manilla Pontiles (que Máster C en realidad), y mi persona. Todos asistidos y
dirigidos por nuestro buen amigo Jovanni Amaya. El italiano la pasó bastante
mal en la carrera debido a una mala noche anterior, según nos contó. Elías se
bajó en la tercera vuelta de ocho explotado por la severidad del trazo, pero se
quedó con la comprensión de que el nivel al que aspiramos es bien alto y hay
que seguir insistiendo. Manilla—como un titán de ébano—se mantuvo en el lote y
llegó a la meta sin que lo soltaran; mis respetos para este maravilloso atleta que
demuestra que su entrenamiento de gran distancia está rindiendo los mejores
resultados, y que ahora es que le queda mecha a este gran campeón. Y yo, pues,
en la cuarta vuelta me dejó botado el lote, pero no abandoné y fui el último en
llegar a la línea de meta. Amaya me dice que por mi decisión de andar en la
cola del lote sufrí más de la cuenta (ya les contaré más adelante). Hay que
reconocer el compromiso de todos de haber hecho todos los sacrificios para estar
allí por el amor a este estupendo deporte. Muy agradecidos con Massimo por el
viaje ida y vuelta en su camioneta desde y hasta Coro. Y a nuestras familias,
les pedimos paciencia.
A continuación mi reporte novato…
¿Le tomaron la placa al camión? Así me sentí,
atropellado por un camión luego de las primeras tres vueltas al circuito de la
Francisco Figueredo. Analizando luego en la computadora la data de la carrera (¡que
gracias a Dios obtuve porque esta vez no se me cayó el GPS!) pude entender todo
lo que pasó. Duré 25 minutos, o 16 km, o tres vueltas y media al circuito, con
el lote. El ritmo de carrera fue tan intenso que durante los ascensos de este
trayecto estuve en la parte alta de Zona 5b, la llamada “capacidad aeróbica”,
con pulsaciones muy por encima de mi umbral de lactato. En esta zona las
reservas de carbohidratos se consumen más rápido de lo que las puedo reintegrar
con barritas de granola, conservas y Gatorade, y el organismo, para paliar la
emergencia, empieza a consumirse mi músculo que tanto cuesta formarlo y
alimentarlo. Como estoy en el mesociclo de Base de mi entrenamiento, no estoy
preparado aún para soportar tanto tiempo en ese nivel sin fatigarme. Por lo que
concluyo que no debo correr carreras con circuitos de esta dificultad durante
esta etapa de mi entrenamiento pues me estaría haciendo más mal que bien; no
solo mal en el cuerpo, sino también un mal impacto en mi psicología de atleta.
Culminé el trayecto completo de la carrera por obtener una data importante para
analizarla, pero también por esa vocación insana de mártir que a veces me
aflora.
Mi padre siempre me ha enseñado que cuando
sobreviene un golpe duro como este hay que refugiarse en los libros para
conseguir respuestas para levantarse y seguir adelante. Por estos días estoy
leyendo un libro fabuloso de Thomas Chapple llamado “Base Building for
Cyclists, a new foundation for endurance and performance” (Construcción de Base
para Ciclistas, una nueva fundación para la resistencia y el desempeño) de
donde saqué buena parte de esta interpretación que les he escrito.
Con un revolcón como este es muy tentador dejar
este entrenamiento que hago para hacer el que hace todo mundo en Coro (y en
Valencia también) que me pone en un tope de condiciones bien rápido. Pero no,
estoy construyendo la Base en este momento, y una buena. Como ingeniero civil
sé que los edificios más grandes tardan mucho en construir las bases, y a los mejores
y sabios constructores poco les importa el desespero de los dueños al ver que “su
obra no avanza”.
A seguir entrenando y a seguir midiendo, que
ahora es que esta fiesta comienza. Mis respetos para todos. Nos leemos la
próxima semana.
Freddy.