lunes, 30 de abril de 2012

La cumbre de Uria: El próximo reto



La siguiente carrera de mi plan anual es el Reto a La Cumbre de Uria, una de las carreras de bicicleta más hermosas en las que he competido. Esta carrera, que organiza todos los años el buen amigo Nelson Diez, se lleva a cabo en el estado venezolano de Falcón, entre Coro (16 m.s.n.m) y La Cumbre de Uria (1000 m.s.n.m), a través de un trayecto con superficie asfaltada, inicialmente mixto de 20 km, para terminar en un torturador ascenso de 8 km en una de las paredes de la Sierra de San Luis, sobre pendientes carreteras de entre 13 y 18%, con un clima impredecible entres dos extremos, lluvioso y nublado, a despejado y con calor extremo. No en balde el lema de la carrera es «el reto es llegar».

La justa, que se celebra usualmente a mediados de noviembre, tiene tres características importantes, a saber: 1) se corre en bicicleta de montaña con ruedas delgadas, 2) es bastante concurrida, con entre 100 y 200 ciclistas de todo el país que vienen atraídos por la premiación y la competencia, y 3) está bien organizada.
El récord de la carrera es de 1 hora con 28 minutos. El año pasado registré 2 horas con 20 minutos y me metí séptimo en la categoría máster B. Para este año el reto que tengo es bajar de 1 hora con 50 minutos. Para esto debo bajar unos 10 kg de peso y fortalecer mis piernas para tener una muy decente relación potencia/peso, además de hacer algunos cambios en mi bici para hacerla más ligera. Tengo a partir de ahora 30 semanas para conseguirlo y ya estoy trabajando en eso con ayuda del sistema TrainingPeaks y la férrea voluntad del que está apasionado por el ciclismo.

En el post pasado preguntaba que qué me pasaba pues no lograba superar con éxito los primeros 20 minutos en diversas carreras. Escuchando a mi amigo Giovanny Amaya, experimentado ciclista, y leyendo el libro de Thomas Chappel sobre entrenamiento de base para ciclistas, encontré las siguientes respuestas que estoy seguro que te servirán: 1) No mires el pulsómetro durante una carrera; las pulsaciones son engañosas porque vienen alteradas por la emoción de la carrera, la deshidratación, la cafeína, entre otros factores, 2) Ubícate del medio hacia adelante en el pelotón para que te corte el viento; si vas atrás sufrirás un montón y pronto te dejarán botado, y 3) Aguanta el dolor; esa sensación de que te queman las piernas, que respiras fatigado la tienen que estar sintiendo todos si son humanos y de tu categoría; así que aguanta que la situación mejorará más adelante.

Finalmente instalamos el PowerTap en mi bicicleta, un dispositivo en el buje (bocina) de la rueda trasera que mide la potencia de la pedalada. El domingo no aguanté la fiebre y lo salí a probar frente a la grosera brisa vespertina de la Coro-La Vela, y esta noche empiezo a usar un software para entender los números que está arrojando este aparato. Como quien dice, estoy en el tope mundial de la tecnología del entrenamiento; el estándar dorado. Ya les contaré por esta vía de mis progresos.

Nos leemos dentro de poco. Mañana vamos a acompañar al Sr. Mario Miglorini, ciclista amigo y una estupenda persona, en su reto anual de ir Coro-Punto Fijo (90 km) en bicicleta. Están confirmados unos 40 ciclistas. 

Freddy.

Coro, 30 de abril de 2012.

miércoles, 25 de abril de 2012

¿Qué me pasa?

Mis últimas cuatro carreras han sido un desastre. Como constante, mis pulsaciones crecen por encima de mi umbral de lactato prácticamente desde el comienzo, y justo después del minuto 20 de recorrido, estoy tan extenuado que el lote me deja botado, independientemente si es aquí en Coro o en un circuito nacional.

Me pasó hace un mes en el clásico de la ciudad de Valencia. Me pasó hace dos semanas en la primera etapa de La Vuelta a Lara. En la segunda etapa de la misma competencia me caí espantosamente en el km 10, pero confieso que ya venía "tocado". Y, finalmente, me volvió a pasar hoy en una extenuante carrera aquí en Coro, vía a Las Dos Bocas.

En Valencia estaba sobreentrenado porque el día anterior a la carrera había rodado por 6 horas contínuas pues estaba en la fase final del mesociclo de base.

Para la Vuelta a Lara me pasó algo chistoso. Entrené por más de tres meses para la competencia, y una semana antes me llama un cliente para trabajar en Puerto La Cruz por 6 días. Sin dudas que me siento profesionalmente orgulloso del trabajo que hice allá esa semana, pero, por el ritmo de trabajo no pude siquiera salir a caminar o nadar en la piscina del hotel. De vuelta a Coro salí un día con el grupo en plan de paseo, pero el regreso fue tan intenso que rompí mi récord de velocidad en el plano. No llevé comida suficiente, ni energizantes, y me dio aquel patatús que les relaté el otro día.

Después de la Vuelta he estado convaleciente por la caída, de modo que no he podido salir mucho, y hasta gané 3 kilos. Se me ocurrió que la carrera de hoy podría permitirme una diferencia, pero no, todo fue igual, el lote me dejó botado. Bueno, no tan igual porque tuve oportunidad de pelear (y ganar) el 4to lugar contra un oponente de Dabajuro en un interesante duelo bajo un inclemente sol de domingo. La clave de la victoria fue, a parte de sostener estóicamente el ritmo, saltar los obstáculos de la alcabala de Mataruca cual Mario Bros. Por lo menos no volví a llegar de último.

Mis libros e internet son mi refugio cuando este tipo de cosas me pasa. En el blog de TrainingPeaks, mi sistema de entrenamiento, me dicen que paso por un bajón o "slump", que es normal en cualquier atleta. Las más de las veces el bajón no es sólo en la condición física, sino que sobre todo es mental.

La fórmula para salir de esto pasa por volver al plan de entrenamiento y repasar los objetivos.

De acuerdo con mi plan, esta que viene es una semana de transición antes de empezar desde cero el mesociclo de base; debo hacer cualquier cosa menos subirme a mi bici. Voy a tomarla. Saldré a correr y a nadar bien suave. Además, la próxima semana debe llegar mi rueda para instalarle el medidor de potencia y comenzaré una nueva dimensión en mi entrenamiento.

No me rindo. Hay que seguir adelante porque esto apenas comienza.

Nos leemos la próxima semana.

Freddy.

Domingo, 22 de abril de 2012.

lunes, 2 de abril de 2012

Patatús


Patatús

El diccionario de la Real Academia de la Lengua define “patatús” como un desmayo o lipotimia, que es una pérdida súbita y pasajera del sentido y del movimiento. Un patatús, o también llamado en Venezuela “yeyo”, puede producirse como consecuencia de un shock glicémico. Un shock glicémico es un evento que se produce por una baja concentración de glucosa en la sangre (hipoglucemia), caracterizado por cefalea, desorientación, visión borrosa, mareos, entre otros síntomas.

En un atleta sano, la hipoglucemia se puede producir durante una actividad física muy intensa luego de un ayuno prolongado o la poca ingesta de alimentos durante dicha actividad, ya que esta promueve el consumo acelerado de glucosa en los tejidos de los músculos. 

Esto te puede pasar a ti y me puede pasar a mí. Para más señas, esto me pasó el domingo 1ro de abril de 2012 luego de un intenso remate volviendo de la vía a Las Dos Bocas. Por cuestiones de trabajo estuve fuera de la ciudad toda la semana y sin posibilidad de hacer ejercicios. Ya de vuelta a casa, decidí ese domingo ir a dar una vuelta de hora y media para estirar las piernas y volver a acostumbrarme a la bici. No me llevé recuperantes, ni energéticos, apenas un sándwich de mermelada. Al rodar frente a la intensa brisa, me sentía adolorido de las piernas y veía mis pulsaciones subir anormalmente altas en mi gps. Al rato ya estaba acostumbrado de nuevo y pedaleaba como siempre. 

Me conseguí al grupo de 20 ciclistas ya de regreso y me les uní para no volver solo. La vuelta se puso muy intensa porque nunca faltan los piques, nada más que esta vez caí en la tentación de sumarme al derroche de testosterona. El ritmo de carrera era frenético. Me preocupó ver mis pulsaciones subirse por encima de 180, muy cerca de mi máximo. Intenté dejar ir al grupo de punta y volver a la idea inicial de mi entrenamiento, pero el pique pudo más. Pasé, según el registro de mi Garmin, más de 11 minutos con pulsaciones por encima de mi umbral de lactato, suficiente para acabarse todas mis reservas de glucosa en los músculos, y devorar el glucógeno de mi hígado. Sin prestar atención a esas señales, en el remate decidí apretar la pedaleada y rompí mi propio récord de velocidad con 63.1 kph (el de antes era 60 en la misma meta), y mis pulsaciones se elevaron a 194, diez pulsaciones por minuto por encima de mi máximo (¡!). 

Me dio tiempo de seguir rodando, recuperarme, echar chistes y reír con los comentarios del grupo. Nos detuvimos 5 minutos después para esperar al resto. Yo tomé una posición ahorcajadas en mi bicicleta. En un rato comencé a tener una sensación extraña detrás de la cabeza, mi visión se empezó a nublar y me sentí mareado. Recuerdo que le pedí en tono fuerte al de al lado ¡Chamo, dame dulce, dame un dulce, rápido! Pero fue tarde. Manilla se asustó de verme el rostro pálido; me cargó con ayuda de otros y me puso en el suelo boca arriba. Me subieron las piernas y me empecé a sentir mejor mientras comía galletas y un cambur.

El ciclismo es un deporte que no perdona los errores; lo he comprobado una y otra vez; solo que este me pudo haber ocasionado la muerte de no haber sido atendido correctamente por mis compañeros.
A cuidarse; atiendan las señales del pulsómetro; aliméntense cada hora encima de la bici; en ritmos muy intensos usen geles de carbohidratos pues el cuerpo los digiere más rápido que la comida sólida. Tomen la moraleja de esta historia y nos leemos la siguiente semana.

Freddy.