Hoy tuve que caminar descalzo con mi bicicleta aproximadamente 1 km 
por el asfalto irregular de la Coro-Churuguara, y luego esperar el 
rescate de mi esposa por una hora en el quiosco verde de El Limón; el 
caucho trasero simplemente explotó.
Mientras me lamentaba 
del infortunio empecé a concatenar recientes percances: compré un 
manubrio de fibra de carbono usado (sin garantía) y solo me duró 3 
meses, perdí dos GPS Garmin en menos de un mes participando en carreras y
 ya no tengo cómo monitorear mi entrenamiento justo en una semana de más
 de 20 horas de entrenamiento, cuando me lucía en una carrera con el 
campeón nacional de mi categoría, caí en inadvertidamente en un hueco, 
salió volando mi GPS y lo pisó un carro, y además pinché. Pero el colmo 
de mi “mala suerte” fue anoche que, entrenando en mi rodillo, pinché del
 caucho trasero. Probablemente soy el único ciclista del Cosmos que ha 
pinchado en un rodillo.
Llegado a este punto cualquier 
cristiano podría pensar que tiene mala suerte o alguien con un extraño 
sentido del humor le hizo un muñequito vudú y lo volteó de cabeza. Sin 
embargo, indagando con ciclistas expertos me recomiendan que no le haga 
caso a esto, que son ciclos de cosas que pasan, que por qué más bien no 
le presto atención a los periodos de tiempo cuando todo sale bien, que 
no caiga en esa trampa, etc.
Sé que tú que me lees también
 has pasado por esto y escribo este artículo para compartir y para 
ayudar en este sentido. Cuenta Anthony Robbins, un gurú de la 
autorealización, que en la vida no hay fracasos, sino resultados. En ese
 sentido quiero recomendarles su método para salir de situaciones como 
las que les narro, se llama Condicionamiento Neuroasociativo (NAC, por 
sus siglas en inglés).
El método tiene seis pasos: 1) 
Define qué es realmente lo que quieres, 2) Consigue un apalancamiento, 
3) Interrumpe el patrón limitante, 4) Crea una nueva alternativa de 
empoderamiento,  5)  Acondiciona el nuevo patrón, y 6) ¡Pruébalo!
En nuestro caso de la “mala suerte” ciclista aplicaría de esta manera:
¿Qué es lo que quiero realmente? Convertirme en el mejor ciclista que pueda ser, en mi caso, en un campeón.
Apalancamiento:
 Le pasa a los grandes, te tiene que pasar a ti también que eres un 
grande (sólo que todavía solo tú lo sabes, jejeje).
Interrumpe
 el patrón limitante: Ríete de lo que te sucede. Sí, ningún ciclista en 
el Cosmos ha pinchado en un rodillo. ¡Eres grande hasta en eso! Réstale 
importancia. Visualiza la situación que te afecta y caricaturízala en tu
 mente. Has que pierda color, tamaño, intensidad, bájale el volumen 
hasta que ya no se escuche.
Crea una nueva alternativa que
 te llene de poder. Cíñete a tu plan de entrenamiento; vuelve a él, a 
tus metas del año; repasa su contenido, las características de cada una 
de las fases que lo componen; repara en el por qué de tus ejercicios; 
reevalúa tus resultados. Para cambiar de velocidad tienes que vencer la 
inercia; de modo que esto que te sucede es natural. Habla con un 
ciclista exitoso; modélalo.
Acondiciona tu nuevo patrón: 
Tu nuevo patrón es tu plan. Sin plan estás perdido. Tu plan te dice qué 
vas a hacer cada día y cómo lo vas a hacer. Registras con tu tecnología 
lo que has hecho y el fin de semana con más tiempo evalúas (tú solo o 
con tu entrenador, si tienes la fortuna de tenerlo). Emociónate con tu 
plan de entrenamiento. Habla de él. Lee, aprende, comparte y disfruta 
cada vez más de este maravilloso deporte. Con todo esto conseguirás 
reforzar este nuevo patrón para que se quede en ti.
Finalmente,
 ¡Pruébalo! Vamos, sal a la ruta, a tu rodillo o al gym, y a seguir 
practicando con la seguridad de que absolutamente todo aquel que tiene 
un buen plan y lo sigue con constancia, eventualmente conseguirá el 
éxito en sus objetivos.
Parafraseando a Tony Robbins, usa el poder ilimitado de tu mente y despierta ese gigante que llevas por dentro.
¡Nos vemos en el próximo!
Freddy.

 
No hay comentarios:
Publicar un comentario